21 times.

A fuerza de repetición, de rutina, de verles actuar cada día, estoy siendo convertida. De niña con ambiciones rebeldes e ideales, a mujercita de cara pintada, zapatitos de charol y faldita bajo las rodillas. Me llevo las manos a la cara buscando la máscara, aún frágil, que inunda mi rostro de soberbia y presunta madurez. Luchar contra uno mismo. Tener el automóvil y el camino, mas ignorar el destino. Sé que no quiero ser lo que estoy siendo, pero tampoco lo que fui. Y sé que Kant tenía razón (that’s why I’ve died 21 times, 21 days with your absence) “todo hombre tiene tres caracteres: el que cree tener, el que aparenta y el que realmente tiene”. Volviendo al tema principal, tengo consciencia de que mi máscara pasa aún desapercibida mas temo al día en que esto deje de ser verdad.
Detesta la lluvia.
Es digna de admiración.
La detesta, pero está ahí quietecita mirando a los inmensos nubarrones.
Todo con tal de ser, una vez más, autodidacta.
E independiente.
¿Ganará algo así?
Quién sabe…
El fin lo dirá.
¿Qué fin?
El que espera a cada ser de éste planeta.

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