Siento mucho tener que censurar desmesuradamente.

Y en aquel suspiro vocaliza suavemente la fonética que conforma su nombre. Cierra los ojos y se recluye en aquel mundo que le gustaría conocer. Como aún no lo hace, se limita a imaginar, el único medio por que es capaz de besar la dulce y húmeda boca de don Placer. Y sueña con una condición en que no tiene que vivir ni un minuto más sin haberla conocido. Sin haberla advertido, ni siquiera vestida. Sin haber rozado su preciosa pálida piel. Su largo cabello (…). Sus finas manos (…). Sin haber oído su misteriosa voz.
Maldita masoquista, aun intuyendo que esto quizá no suceda, niña caprichosa, sadomasoquista también es. “Azótame” le espeta, esperando no solo el latigazo del aristócrata, sino también la más brusca de las penetraciones.
Mientras en su cabeza se suceden esta serie de fantasías, su mano se desliza suavemente (...).

Quizá algún día quite estos paréntesis. Quizá algún día le quite el polvo a mi traje de desparpajo, ése que visto sólo en las reuniones de letras. Quizá algún día... Cuando mi deseo se haga realidad. El único que tengo ahora mismo. Porque todo lo demás da igual.
Me enamoré. Pero tengo miedo. Sólo soy una niña...

Mentirosa, mentirosa, mentirosa, mentirosa, mentirosa, mentirosa, mentirosa...

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