Fragmento.

Rozo mi nalga cuando me bajo la falda. Y siento que aún poseo ese vaho de esperanza. El espejo empañado, poco a poco se ha enfriado. Mas reside aún la marca del susurro del vapor. Bajo la tenue mirada de tus ojos color miel, mirando fijamente el imperdible que cuelga sobre mi pecho; sé que estás preguntándote por qué. No sé si acaecerá. Mas es ése mi deseo, que seas tú la primera en recorrer mi piel desnuda. Ni sé cómo pasó. Pero tu fuerte carácter a ella me recordó. Y finalmente estoy aquí, escribiendo estas líneas, ansiando que sea usted, quien deje huella en mi vida. ¿Soy cruel? Pensando en ella, hablando con él. Es sólo que mi imaginación no da para tanto. Y eso quiere contaminarme. Bah, pretende no más.

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