Optimismo. (3)
Y seguí caminando por mi precioso prado, el tiempo pasó, el sol se marchó y continué mi travesía. Un nuevo día llega y, tal cual lo hacen mis flores, demostrando sus encantos, brilla. Es mi prado, sólo mío, y, al igual que mis sueños, nadie puede invadirlo. Yo soy la reina. Soy yo quién posee el poder absoluto. Si hay alguien a quien deba señalarse como culpable de todo, tanto de lo bueno cómo de lo malo, ésa soy yo. Porque ¿quién sino podría obligar a mis flores a no florecer, a mi sol a no brillar, a mis alas a no volar? NADIE. Porque soy la niña reina y sueño libremente. Porque soy la débil reina y mis sueños destruyo. Porque soy la inocente reina, que tiene miedo al miedo. Sin embargo, sigo siendo la reina. Por eso sé que un día quitaré todas las normas que me obligo a cumplir. Entonces seré libre.