Una de cal y otra de arena.
—¿Por qué lloras? — me pregunta el jazmín. Como si no lo supiera… — ¿Pues por qué va a ser? Estoy triste. ¿Acaso me has visto esbozar alguna sonrisa veraz en estos últimos días? — Pues sí. Y no mientas. Eres feliz, no sé por qué te comes tanto la cabeza. — Yo no sé por qué estoy hablando con una planta. — No lo haces. — Lo sé. Miro al horizonte. ¿Por qué vivir engañándose? Me gustaría hacerme pequeñita . Tan diminuta que cupiera bajo el abrigo de las hojas de un bonsái. Tan chiquitita que en el susodicho pudiera ocultarme hasta que amaine. No se me dio un manual de instrucciones. Junto a mi cuerpo desnudo sólo hallé un alma que actúa como instinto. Una mente que opina acerca de éste. A veces fusionándose dan lugar a ideas mágicas, magníficas. Y un derecho, con complejo de deber, que me obliga a equivocarme. El ser más imperfecto jamás creado. Gente como ella, como yo. El miedo me recluye como si de cadenas se tratara, cuando la libertad roza mi mano. ¿ Así se supone debiera s...