No hay otra opción.

Como un vaivén. Como un columpio. Como la marea. Posee la llave de la puerta y vuelve y se va cuando le da la gana. Mujer pícara ella. Niña embobada, enamorada yo. Y así es como, sin darme cuenta, me enamoré. Aquella persona, a quien llamé amiga, cautivó mi corazón. Ahora que estamos separadas, siento que me parto en dos. Cada vez que rememoro lo que al olvido nunca llegó. Lo juro, lo que fuera daría. Lo que sea con tal de borrar ese día. Día que mi vida marcó y de ella me separó. Lo siento. Siento muchísimo que todo salga tan mal. Yo no planeé esto. Pero es mejor, aunque me duela, ser veraz, afrontar la verdad. Aunque nos distancie aún más. Siento muchísimo que nada saliera como debiera. Probablemente yo no sería como soy, ella tampoco, nadie. Me hundo en lo más profundo de esta tristeza que me acompaña desde aquel maldito día. La amé, la amo y la amaré. El amor no muere. El amor perdura. Qué más da lo que digan los demás. Quisiera no depender de ellos, ser libre e ir en su busca.
            
¡Oh, pequeña damisela de almendrados ojos verdes. Cuán grande y profunda la huella es, de este amor que tú me infundas!

Comentarios