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Mostrando entradas de junio, 2012

Cuestión de "c" y "l".

Afición o aflicción. Él ama pintar. Yo, sumisa, amo ser su lienzo. Se muestra anárquico a la hora de usar el atelier . Cuando llega no hay nada que pueda hacer para contener esas ansias de mover frenética y eufóricamente sus pinceles y ahí me tiene. Lista para oficiar de depósito de su arte. Él y sus magníficas dotes de dibujante. La carita llena de pintura.  Creador de sonrisas empedernido. Él y sus magníficas dotes de colorista. Siendo característico en él el uso de tonos brillantes para las curvas de mi boca. Acuarela de la felicidad.     Afición o aflicción. Mas hay momentos en que la inspiración brilla por su ausencia y no mi sonrisa, hija de su admirable destreza artística. Yo detesto ser el lienzo en blanco. ¿Él? No sé si él detesta ser un pintor frustrado. Se encierra en la desolación de su quimera. Me encierro en el dolor del rechazo. Y los pinceles, sucios, los botes de pintura, a medio usar, las paletas, con mil colores mezclados, los cuadros, despar...

La joven persa.

Llegó cuando los últimos suspiros del invierno recorrían los pasillos. Tenía un nombre que daba juego fácilmente, se llamaba Ambreed (y no, no tenía hambre and she wasn't either angry ). Antes de que hiciera su aparición estrella nos contaron que "la chica nueva es árabe". Creo que ninguno sospechamos que sería una inglesita más con aspecto de fulana. Aquel primer día llevaba unos pantalones terriblemente cortos que poco lugar dejaban a la imaginación (y créeme cuando digo que había mucho imaginador en mi clase, mucho imaginador frustrado tras su aparición) y una camisa con demasiadas lentejuelas doradas. Llevaba bastantes colgantes de oro. Y anillos. La piel oscura, los ojos enormes y saltones, creo que castaños. El pelo teñido de negro y liso, muy liso. Los labios carnosos, besables, pero ¡ay cuando abrió la boca! ¡Qué dentadura! No debiste sonreír, Ambreed. Y fumaba, era como una chimenea en diciembre en algún país nórdico. Estuvo poco más de dos semanas. Le dio...

Blue Thursday.

Me miró fulgurante. —¿Así que sabe así? —Efectivamente. —Me gusta  —susurró sonriente —. ¿Te gusta a ti? —Supongo.     Me miró aburrida. —¿Qué te pacha ? —Que la libertad asusta, darling .

Alternativa.

Aquella mañana me di cuenta de que escribir sobre el amor no me daría de comer. Y volví a retratar a los demás y su carencia de sentimientos.     Ojalá se diese cuenta de que no se puede ser profesora de universidad y pretender que no te miren y miren y vuelvan a mirar y susurren a tu alrededor cuando exteriorizas tantísimo tu orientación sexual. Innecesario, maestra. La cabezota altiva, el mentón sobresaliente, los ojos hundidos, el frontal prominente. Ni una gota de maquillaje. Poco agraciada. El pelo descolorido, coleta con la raya al medio. Peinado sáfico.  Llevaba, tanto ayer como hoy (aunque no la misma), una camisa larga de color descolorido, a juego con el pelo, y vaqueros. Zapatos de hombre, marrones oscuros. Anda como un hombre. Se mueve, respira y habla como un hombre. Inspira masculinidad, aunque no en el buen sentido, por supuesto. Y eso no me gusta. Inspira también una sensación de frustración y pesimismo que aplasta. Exhala el más cargado de los dióxido...

Je t'aime.

En inglés se dice "love", de origen germánico, de un giro lingüístico desde el sánscrito "lubhyati", del latín. En alemán también se lieben. En francés se aman al igual que en portugués. Y en italiano. En catalán se estiman, muy corteses ellos. En ruso es mi favorito "ia tibiá lublú", precioso. En castellano nos hemos quedamos con "amar" y "querer", pero nos queremos más que nos amamos.     Je t'aime, mon amour. Te amo por más razones de las que puedo enumerar. Se me quedan cortos los números que algún día los árabes nos regalaron.     Had I the heavens' embridered cloths, Enwrought with golden and silver light, The blue and the dim and the dark cloths Of night and light and the half-light, I would spread the cloths under your feet: But I, being poor, have only my dreams; I have spread my dreams under your feet; Tread softly because you tread on my dreams.     Te amo por sencillo y te amo por genial. Te amo por ser...

Oh, me!

I can't see the end of me My whole expanse  I cannot see I formulate infinity Stored deep inside me...                                                               Corrompida por la imposibilidad de verse en su totalidad. Rastreándose, acurrucada en la cama, mirándose, tocándose, investigándose, intentando sentirse. Estrepitoso fracaso en medio del furioso silencio. Padeciendo angustia existencial, preguntándose cuáles serán las dimensiones aproximadas de su realidad. Sulfurada, con la respiración agitada, el corazón saliéndosele del puño, el alma atravesándola como una afilada espada, las palabras comprimiendo su cabeza, los órganos en la taza del váter. Y nada. La nada absoluta absorbiéndola. No hay fin, pero ¿habrá comienzo? Así comienza una nueva búsqueda, consumida por un dolor de pecho que no se estudia mediante un...

Inventario literario.

Tres cajones bajo la cama, una pequeña estantería y el escritorio. Quizás algún papel escondido en los recovecos del armario. En uno hay bolsos y libros del colegio. Poca cosa interesante. En el del otro extremo hay una caja con tacitas y sus respectivos platitos, una tetera y una azucarera, todo de porcelana blanca. Una caja de galletas Tostarica de Phineas y Ferb. Tres latas de Nesquik, una llena de juguetitos de Kinder, otra alberga cartas del pasado cuyo remitente y destinataria soy yo y la otra... ¿Quién sabe qué tiene la otra? Tal vez esté vacía.  Partituras para guitarra, un libro sobre guitarra, muchas revistas musicales y otras tantas dedicadas a hacer que una mujer se sienta imperfecta, en el mal sentido. Una de las musicales está dedicada a Amy, la otra a Cobain. Ésas las guardo con amor especial en carpetitas de plástico, no vaya a ser que se estropeen. Hay también un rollo de cartulinas, trabajos de francés.  Otra caja con marionetas y alguna otra manualidad. ...

Pour il.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche está despejada y no hay presencia ni de una nubecita." El viento de la noche revolotea y susurra. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo le quise, y él a veces también me quiso.                                       Puedo, pero ¿para qué engañarnos? Puedo, pero no son tristes los versos que le dedico esta noche. No, hoy son desde mi meloso corazón, aunque él me quiso y ya no sé si lo hace, perdí el control, perdí la cuenta, perdí quizás el amor. No, no son tristes, son de esperanza y desesperación. Por eso me los llevo a la cama, para plasmarlos en la almohada. El carrusel de mis sueños.

La fémina del caligrama.

Recuerdo sus labios muy rojos, sus descripciones del acto sexual, sus triquiñuelas, sus lágrimas con sabor a tequila, su olor a tabaco barato, su tez plateada como la luna llena, sus gestos mientras soñaba, su poesía, sus envoltorios de caramelo, sus pezones erectos, su precoz inteligencia, su llanto tras la ruptura, sus orgasmos musicales, sus pecados y sus vicios, sus dedos de guitarrista fallida, sus drogas, su pasión por la primavera, su manera de insultar sin indulto, sus idas y venidas, su destreza a la hora de describir lo que pensaba, lo que sentía. Recuerdo el sexo. Sobre todo el sexo. Pero lo que mejor recuerdo es que son sólo palabras. Que algún día la leí, caí rendida en sus bracitos, ojos cerrados, deleitándome en sueños infinitos. Sí. No pierdo de vista que son sólo palabras, por ello sufro. Por amar a una fémina de caligrama.

Espiral descendente.

Hacia abajo. Siempre caemos hacia abajo. Quizá por las leyes básicas de la física, quizás porque caer implica la necesidad de un suelo firme que nos recoja. "De ahí no pasa." Caer hacia arriba suena peligroso y excitante. Yo caigo hacia arriba constantemente para refugiarme en mi heart-shaped box en Plutón. Mas esa es otra historia. Caemos como consecuencia de obstáculos, caemos por accidentes físicos y atropellamientos del corazón, caemos desmayados, caemos por arriesgarnos, caemos a veces pudiendo haberlo evitado. Pero hacia abajo, siempre caemos hacia abajo.                              Si por un sólo segundo pudiese parar a la niña pequeña y obligarla a atarse los cordones, pedir a los macacos que recogiesen las cáscaras de sus bananas, rogar a los osados que tuviesen más cuidado, convencer a Cupido de que consultase el destino antes de disparar... Quizás no estaríamos enroscados en esta espiral descen...

El vocativo equívoco.

Es como "joder, ven ya, ¿no?". Pero ella, ella, ella está distante. Fría. Alejada. Reticente. "¡Puta, ven a mí!" no eran quizá las más adecuadas palabras para pedirle a mi inspiración que viniese.

Un duro día de pesca.

Abrazo la almohada, apretándola contra mi cabecita ilusionada y sueño con él. Con su característica difuminación. Su constante emborronamiento. Ahí estamos, donde nunca hemos estado, pero anhelo que algún día estemos. Por momentos parece que la red no es suficiente para tantos sentimientos. Y no sabemos qué hacer. Ese "Sin esperanza, con convencimiento" de Ángel González se ha dado la vuelta. Esperanza es lo que me sobra. Micciono, salivo, transpiro, lloro, despido esperanza. Por los cuatro costados. Mi corazón bombea fe. ¿Por qué será que "fe" existe sólo como sustantivo? Me repito. Porque lo ya dicho se mantiene. Porque él es la primera causa de mis palabras. Porque la historia se repite. Nadie pidió esto, mas por algún motivo será que nos tocó aprender a vivir con este sabor agridulce.