Donde acabe tu espalda.
El sol no baña esta tarde mi piel, pero yo estoy que ardo. La nieve no entierra hoy mis pies, pero aún siento tus escalofríos. Donde acabe tu espalda, donde nazcan tus rizos, donde se arruguen las comisuras de tu boca, donde se encienda la luz que te ilumina. Amor, tú que tienes luz dime la mía. Tanto dolor se agrupa en mi costado por saber que los sueños, sueños son y que no puedo ofrecerte mis mejillas como quien pierde un tesoro. Donde residan tus cicatrices, donde se atragante tu saliva, donde se arruguen tus manos. Donde sea. Allí quiero estar.