To you, Mister T.

Si la vida fuese un juego de cartas, a mí me habría costado más de lo estipulado acostumbrarme a ella, no se me dan bien los juegos de cartas al principio. Si me hubiese costado pillarle el truco, me habrían llamado retrasada o, hablando en plata, tarada. Si me hubiesen llamado tarada, habría llegado a esta edad sola, carente de auto-estima y pesimista. Si hubiese cumplido los 16 en tal estado, al contemplar mi reflejo en uno de esos espejos que conectan con el mundo paralelo, me habría encontrado curiosamente a mi yo en los momentos en que me encierro en la caja con forma de corazón [heart shaped box] (algún día explicaré en qué consiste). Pero claro, como soy una escritorcilla y, probablemente, mi mayor talento sea imaginar, puedo ver sin obstáculos ni barreras el susodicho reflejo y he de decir que, en ocasiones, mi vida parece un juego de cartas. Y como detesto mirar hacia abajo (en las situaciones he heart shaped box) y verme tan tranquilamente posada en ese mundo paralelo y, al mismo tiempo, no quiero detestar (tomar nota de que si sigo queriendo, seré llamada pedigüeña; y nunca me ha gustado esa palabra por su familiar fonética con "cigüeña") pues pongo otro pilar más en esta nueva era:
Se acabaron las quejas
si no voy a proponer alternativas.

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