Incrédula obsesión por las cajas.
Si alguien conociera la historia entera y tuviera un sentido del humor “histórico”, me llamaría “romana”. Aunque ciertamente dudo si ese apodo surgiría de que soy como el antiguo Imperio Romano y me han derrocado, o soy quien lo ha derrocado. La cuestión es que soy poco más que escombros. Ceniza y trozos de piedra que mis superiores se han encargado de meter en una cajita con tal de que yo no pueda ser reconstruida. Al menos temporalmente.
Pregunta: ¿de dónde nace mi obsesión por las cajas? Quizá de mi pesimismo. Tal vez de su contagio. Puede ser que de la Biblia. (Ignoro por qué cité a la Biblia mientras escribía en papel, una divagación más). Hay posibilidad de que no haya nacimiento. Hay preguntas sin aparente solución. Yo intento amoldarme, a veces siendo irracional, otras no, pero es la intención la que cuenta. O eso me enseñaron. He intentado cada noche ponerme en contacto con lo divino, dejando de lado la razón y rezando a lo irreal. Me he encontrado con que o no existe (Dios) o me está castigando. (Esto parece una apuesta, a ver qué postura es más pesimista.)
Me gustaría aceptar que las letras de Marley no eran fruto de la marihuana.
Eso me daría realmente ganas de vivir, el saber que esta acción (vivir) puede llevarse a cabo sin la imperiosa necesidad de la dependencia.
Eso me daría realmente ganas de vivir, el saber que esta acción (vivir) puede llevarse a cabo sin la imperiosa necesidad de la dependencia.
Comentarios