Epístola al amado que no sé si amo.

   Aún te recuerdo. Pienso en ti en los días nublados y en los soleados. Te siento latente en mi cabeza aunque no hemos fabricado memorias. Sólo han sido palabras, mensajes, ¡pero tan intensos!
   Se ama con los cinco sentidos. Y con el corazón. Y con el alma. Se puede amar con la cabeza. Pero esas guerras suelen perderse. Hay que tocar, oler, mirar, oír, saborear para poder afirmar amar.
   Y me dijiste que me querías al cuarto día. Con catorce años de diferencia y tantísimos kilómetros de distancia. What kind of fuckery is this? ¿Qué tipo de amor es éste? Quizás nunca lo sabremos. Y eso es lo que me duele.
   Tu amor me ha dejado heridas. Eso también duele. Duele más el hecho que las propias heridas. Pero duele. Duele de todas las maneras posibles. Y no hay doctores ni remedios porque no se puede curar la no enfermedad. Asumámoslo, somos unos hipocondríacos en la materia del amor. Unos complicados buscando más complicaciones en esta red metamorfoseada en espiral de problemas. Pelea de gallos.
   Encogerse de hombros. Sacar la lengua. Agitar la mano. Echaros de mi vida. O al menos intentarlo. Decir adiós a quien siquiera dije hola. Literalmente.
   Querido, ¿cómo se te ocurre echar de menos lo desconocido?
   Me gusta llorar y culparle por ser el hombre, el mayor, el que trabaja... No hay culpabilidad, solo un error que fue precioso y luego horrible. Doliente.
   Querido, ¿cómo pudimos caer en ésto?
   Vete. "Y es que amar en soledad es como un pozo sin fondo donde no existe ni Dios, donde no existen verdades." Ya lo dijo Ale Sanz.
   Cuando yo voy tú ya has ido y venido muchas veces. Pero ni una de ellas nos hemos encontrado en el camino.

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