Escrito en algún momento de 2010. Como un cigarro que sabe a ceniza. Intentar hallar, en un vaso de ginebra, tu mirada perdida. Pupilas azules, verdes, grises, marrones, negras… Pero nada como buscar en vano tu reciprocidad sensorial. “Contra spem spero.” Tu sonrisa me envenena con la más odiable ponzoña, la envidia. Sus sátiras no ayudan. Y las palabras de consuelo de un viejo profesor machista tampoco. Cadenas enlazadas tanto a mis pantaloncitos veraniegos como a mis ansias. En estos últimos días he desarrollado complejo de sol. Con el paso del tiempo caigo. No porque se manifiesten razones cuyo propósito sea hundirme, sino porque la soberbia se acaba. Pocos (por no decir ninguno) recursos maquillantes son inagotables. Sensación comparable a ir a un museo: se mira pero no se toca , es decir, se admira pero se ignora . ¿Algún humanista por ahí? Necesito ayuda, un adjetivo que describa a la persona que no se da cuenta de las cosas. Que palabra tan vieja, “cosas”. Mejo...