Comfortably numb.

He cerrado la corriente de agua y me he tumbado en la bañera. El agua apenas llega a cubrir mi cuerpo, lo suficiente para mantenerme templada. En paz. Primero se me duermen las manos, luego las rodillas. Y se me duermen los pies. Se duerme mi cuerpo entero y estoy cómodamente entumecida. Todo se duerme menos mi cabeza que, como es habitual, piensa demasiado. Pensar demasiado es pensar en lo que no se debería pensar. Pienso y abro los ojos un poquito para ver mi pancita latiendo suavemente. Abstraigo la mente de mi demasiado-pensar para sentir cómo el agua empieza a desaparecer por el desagüe. Cierro los ojos. Y los vuelvo a abrir. Y los vuelvo a cerrar. Y los abro. Y los cierro. Porque estoy entumecida, exceptuando el cerebro.
Pienso ahora en Laura y en Miriam y en las muchas ganas que tengo de conocerlas y fumar con ellas y hablar con ellas y fundirnos en un largo y caliente abrazo y volver a fumar hasta estar entumecidas juntas. Me retracto, no pienso, sueño. Sueño demasiado. Leí ayer que lo que estoy haciendo, lo que hago cada día durante horas y horas, es un mecanismo de defensa denominado "Fantasía": el paciente sueña despierto, imaginando lo que desea y no puede obtener en la vida real. Ni Mimi debe saber de Laura, así que ¿qué voy a saber yo de ellas?
Echo de menos esto. Escribir. Recientemente escribí una carta a mis bebés excusándome. Tengo una buena excusa, pero estar enamorada no es siempre tan bueno, de hecho, estar enamorada a veces te quita de lo bueno. A mí me alejó de esto. De escribir.
Mas no pasa nada, porque soy feliz.
El agua se va cada vez más rápido. Hace un ruido feo. Siempre recordaré los largos baños que me daba cuando era pequeña, inocente y superfeliz y cómo me quedaba mirando y señalando el remolino que hacía el agua al despedirse de mí.
El agua se va y yo me quedo fría, más entumecida que nunca. Entumecida en un mal sentido. Ahora hasta mi cerebro está entumecido. Y eso no es bueno. Sigo pensando en todo lo que me envenena. ¿Mecanismo de defensa? Este mecanismo me ofende. Me hace daño. Pero sigo dando aceite a cada uno de sus engranajes. ¿Masoquismo? Puede. Será que echo mucho de menos tener sexo. Más que el escribir. Aunque lo segundo es una pasión más vieja, vieja amiga.
El agua se va y yo me quedo fría, debajo de mí quedan restos de grasa del jabón, quizás algo de suciedad y espuma. La misma espuma que me ha convertido en una mujer blanca y espumosa.
Y el cerebro se desentumece un poco para poder levantarme, no sin antes hacerme un bikini efervescente, y ducharme, volviendo a ser la joven limpia. Limpia de palabras. Limpia de inspiración. Limpia y poco más.

A falta de RAE, siempre es bueno Google Imágenes.

Comentarios