Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2011

Es tan temprano a estas horas tardías...

Tengo sueño porque el tiempo sigue pasando y mi cama no tiene fuerza de voluntad para retenerme y absorber mi cansancio mientras me inyecta realidades falsas proyectadas por una magnífica fusión entre mi cerebro y mi alma. Esta noche va a llover y me va a costar, más que otras veces, quedarme dormida. Mi cama será un tiovivo destinado a actividades tortuosas. La detestaré y rezaré y meditaré y me inventaré historias con tal de que un simple movimiento (cerrar los ojos) tengo un objetivo productivo. Dormir no implica descansar. Por más que la princesita republicana repose su cabeza en la más tierna de las almohadas y envuelva su cuerpo en las más sedosas de las sábanas; aunque no pase frío ni calor; más allá de que esté cómoda, de que no padezca dolor... Cuando una está maldita nada de esto importa. Insomnio. Y si la jovencilla consigue dormir es arrastrada al infierno de las pesadillas. Oh, la dolce vita! ¿Dónde se esconde cada noche? Enfermedad que me obliga a pernoctar en bú...

White.

Amnesia, ¿eres tú, corazón, pasajera? Dos personas, ambas poseedoras de tarjetita VIP en mi alma, me han pedido que vuelva. ¿De dónde? No lo sé... Quizá estoy ya tan resignada a ese tópico. ¡Oh! No soy nada. Porque nací para satisfacer con palabras. ¿Y si es esa mi misión? Ya no tengo ni idea de quién fui, ni de quién soy, ni de quién seré. Dado que, al parecer, carezco de mente propia, pues me rijo por los pensamientos ajenos. La semana que viene es la semana vocacional. Mamá me ha preguntado si decidiré entonces qué deseo que me depare el futuro. ¿No lo sé? Vuelvo a una entrada pasada. A las ocho y media no se me puede pedir algo tan difícil, hermano. Por eso me entrego a ello. Es mi única fuente de placer. Te sorprenda más o menos.

Lo necesito.

Imagen
Sólo quiero apoyar mi cabecita en una nube, cerrar el telón y compartir algo más que una canción con Bobby.

Soy una perdedora.

Puño, pulgar, gesto de paz o uve o conejito, gesto de rock. Una serie que mis dedos repiten una y otra vez. Manita bailarina. Soy una pringada en mi mundillo. Puaj, estamos en plenas fiestas, se supone pues que debiera derrochar alegría no sólo por mi hermosa sonrisa sino también por el bolígrafo. Toy perdía. Otra jodida crisis se avecina. Ahora abre esa boquita hermosa y dime: —Qué quejica eres. —¿Me lo dices o me lo cuentas? —le contesto irónicamente. Porque mientras personas más talentosas que yo realmente tienen problemas de comunicación con sus musas, yo me quejo de estar desinspirada mientras paradójicamente escribo esto...

Rien.

Está abatida. Y nada ayuda. No hay esperanza. Sólo un trágico vivir para la joven drama queen. Resignada a los decretos del hado. Ídem: nada ayuda. ·Ni hacer un bizcocho o unas magdalenas. ·Ni soñar con el verano. ·Ni escuchar esa canción que te desinhibe. ·Ni tener planificado el beso. ·Ni conseguir ignorar a esos gilipollas. ·Ni ná de ná. No creo en la suerte, ni en lo divino, ni en el amor. Solamente... Solamente, ¿qué? ¿Dinero? Bah... Cada segundo me roba un mililitro de fe. Esa "cosa" que cada vez se vende menos en el súper. A las ocho y media estoy exhausta. No me cargues más la espalda pidiéndome algo imposible.

Me baño en tu esencia provocando mi ausencia.

Viviendo una pesadilla en el supermercado. ¿Por qué habrá tantos espejos? Estoy despeinada. No quiero avistar ni el más mínimo atisbo de mí. Me da como miedo, pero sin el como.

Deseo aniquilar a la ignorancia.

Querido Platón, te escribo esta carta por una simple razón, creo que te equivocaste en tu teoría. O quizá hubo un fallo técnico respecto a mi sitio de estancia. Yo no pertenezco al mundo sensible. No tengo defectos. Soy un ser humano perfecto. Ya no sé quién soy. "Ella hacía..." "Ella era..." "Ella y sus..." "Ella solía..." “Ella decía…” "Ella..." Simplemente ella. La muchachita que se aloja en el Pasado, un pequeño hostal del que pocos tienen constancia, situado en el quinto pino. Ella, la jovencita con la que dos amigos se habían citado (cada uno por su parte, individualmente) y a la que ninguno de los dos encontraron. Zagala en busca y captura. ¿Dónde estás? Ya no sé quién soy. Si algún tipo de deidad consiguiera sentar juntos a estos dos humanoides (amigos de ella, pero sin ser amigos ellos dos) y drogarles con la vivaz curiosidad y seducirles con la idea del charlar entre ellos, sacando conclusiones. Preguntas tipo: ...