Es tan temprano a estas horas tardías...
Tengo sueño porque el tiempo sigue pasando y mi cama no tiene fuerza de voluntad para retenerme y absorber mi cansancio mientras me inyecta realidades falsas proyectadas por una magnífica fusión entre mi cerebro y mi alma. Esta noche va a llover y me va a costar, más que otras veces, quedarme dormida. Mi cama será un tiovivo destinado a actividades tortuosas. La detestaré y rezaré y meditaré y me inventaré historias con tal de que un simple movimiento (cerrar los ojos) tengo un objetivo productivo. Dormir no implica descansar. Por más que la princesita republicana repose su cabeza en la más tierna de las almohadas y envuelva su cuerpo en las más sedosas de las sábanas; aunque no pase frío ni calor; más allá de que esté cómoda, de que no padezca dolor... Cuando una está maldita nada de esto importa. Insomnio. Y si la jovencilla consigue dormir es arrastrada al infierno de las pesadillas. Oh, la dolce vita! ¿Dónde se esconde cada noche? Enfermedad que me obliga a pernoctar en bú...