Ya, claro.

Soy cruel y malvada, pérfida y despiadada. Llevo dentro un odio tan profundo, que podría devastar el mundo. Estoy maldita, soy una villana, tengo rencor, amo poner mala cara. Soy brutal, soy inhumana. Mi pasión es hacer daño, destrozar, morder, cortar, romper, despedazar, amordazar, descuartizar, retorcer. Estoy maldita, contra ellos confabulo, los odio. Lo juro, odio al mundo. Si las miradas matasen, mis ojos estarían entre los más buscados. Si mis uñas mordidas serrasen, sería Gala Manoshachas, y haría manitas con Eduardo Manostijeras. Pero son condicionales y yo digo: ya, claro. Sólo quiero haceros desaparecer, tramar planes contra vuestra vida es obsesión, manía, adicción. Soy codiciosa, pícara, mordaz, desdeñosa, reticente, perfeccionista, reprobatoria. Depravada. Estoy enferma, me alejé de todo atisbo de cordura, estoy muy loca. Así soy yo. No me lavo ni los dientes, ni las manos. Me embelesa este olor sanguinolento, visto las pieles de mis muertos.
—Eres mala.
—Ya, claro.
Se cree que no me lo creo, pero, baby, sí lo hago. Sé que voy contra el mundo, que soy difícil. Nefasta, fatalista, cabezota, radical, pesimista, inamovible, egoísta, soberbia e inalcanzable. ¿Soy mala? No, soy la peor.

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