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Llueve, mas las cuencas del río están vacías. (Si es que al menos cuencas aún hay). Ni una mísera gota de agua, ni una solemne tortuga. Las palabras más que desgastadas derrocaron el endeble imperio y las cenizas vuelan esparcidas en el gélido viento. Utopías posibles en mi amado Plutón. En la Tierra no, en Plutón. Así que (cual niña ingenua y cabezota) ten por seguro que seguiré creyendo en Papá Noel, en Dios y en ti. Y ni se te ocurra vacilarlo, te prometo que esto es así. Me observas como si fuera una extraña. Con la boquita torcida y los ojos expectantes. Ignorancia. Mi inexistente indiferencia se embebe y es bautizada con el nombre de minucia. Por mi cabeza rueda la segunda declinación de latín. A mi alrededor bailan hilos de incienso efímero. Suena el timbre del microondas. Los niños juegan fuera al escondite entre risitas delatadoras. Alguien se ducha en el piso de abajo. Mis órganos trabajan en todo su esplendor. Las nubes se desplazan y el sol me ciega. Ella c...