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Mostrando entradas de octubre, 2010

05 [...] 10

Llueve, mas las cuencas del río están vacías. (Si es que al menos cuencas aún hay). Ni una mísera gota de agua, ni una solemne tortuga. Las palabras más que desgastadas derrocaron el endeble imperio y las cenizas vuelan esparcidas en el gélido viento. Utopías posibles en mi amado Plutón. En la Tierra no, en Plutón. Así que (cual niña ingenua y cabezota) ten por seguro que seguiré creyendo en Papá Noel, en Dios y en ti. Y ni se te ocurra vacilarlo, te prometo que esto es así. Me observas como si fuera una extraña. Con la boquita torcida y los ojos expectantes. Ignorancia. Mi inexistente indiferencia se embebe y es bautizada con el nombre de minucia. Por mi cabeza rueda la segunda declinación de latín. A mi alrededor bailan hilos de incienso efímero. Suena el timbre del microondas. Los niños juegan fuera al escondite entre risitas delatadoras. Alguien se ducha en el piso de abajo. Mis órganos trabajan en todo su esplendor. Las nubes se desplazan y el sol me ciega. Ella c...

Solo tú.

Si nunca hubiera sabido de tu existencia. Si jamás hubiera contado con tu presencia. Si numás hubiera nacido en mí esa creencia. Esa fe en ti. Transparente cual gota de lluvia recién caída. Irradiante como el sol en el horizonte. Luchador como la mariposa efímera que intenta remontar el vuelo en sus últimos momentos de vida. Quisiera contarte que mis dedos huelen a metal porque he estado intentando tocar algo de rock and roll. Un frustrado intento de ser el reflejo de mi idolatrado Kurt. Me gustaría que me ayudes a coger mi libretita y no soltarla. Buscar el elíxir de la inspiración eterna. Crear un mundo cuyo lema sea "Paz, amor y empatía". Me adoraría en el momento en que me decidiera a cogerte del brazo y no dejarte marchar hasta soltarlo todo por mi boquita descarada. [...] Mis reducidas palabras están impregnadas de condicional porque así soy yo. Y enunciar una mentira más. "¿Qué tal?" Nadie hace un pareado confesando "¡Mal!". Absolutamente nadi...

Detrás.

¿Qué nos ha pasado? Mi cuerpecito solemne ha avanzado pero mis piececitos almados se han quedado atrás. Las letras que constituían palabras, las palabras que conformaban versos, los versos que eran parte de mis textos. Simplemente puedo copiar literalmente, ya ni recuerdo mi firma, la que ponía punto y final a mis melodías ("tarareado por Agus Azul"). ¿Qué nos ha pasado? Tengo constancia de que no soy la única. Me dejo llevar por teorías filosóficas extremas y me entran fuertes ataques de angustia existencial. Y si todo fuera un gran escenario de teatro. Peor aún, y si mis palabras fueran una obra teatro. ¿Qué me quedaría entonces? ¿Vivir teniendo consciencia de que estoy leyendo un guión? Cuento con lápices, bolígrafos, ceras, rotuladores de las más variadas gamas de colores. Cuento con libretas, folios, archivadores, Microsoft Office Word 7, blocs de notas. Cuento con diccionarios en castellano, en ingles, en mil idiomas, de sinónimos, de antónimos, de significados. Cuent...

Aquélla.

Luminiscentes focos me dejaban ciega en una oscura noche otoñal. Observaba a la aristocracia bailar reggaetón tambaleándome sobre mis tacones. Una nebulosa destellante ceñía mi cabeza. Por favor no me llames. Estoy cansada. Sentí turbulencias, más bien las vi. Me puse tensa. Me planteé descalzarme y partirles la cabeza. Sonaba una canción horrible: “yo lo tengo grande, tú lo tienes pequeño, hablo de tu piii…” ¿Perdona?  3,141556…? Por un momento las turbulencias empeoraron, el avión parecía estar a punto de estallar. Is everything al right? Un soso “yeah”. Por favor no me llames. Estoy rayada. Un curioso batido de diversos sentimientos (qué digo, sabores) me dejó mal parada en la enésima galaxia. Si tenía algún deber u obligación, que los tenía, se me olvidó. Completamente. Por favor no me llames. Hay una persona cabreada. Me estaba desmaquillando y desnudando. Me aclaré la cara, y uno a uno los recados me atacaron por la espalda. Tantas cosas pendientes hallé en mi lista de...

Sometimes it seems that it's over.

Prácticamente nada. Eso es lo que tengo. Casi, casi nada. Es eso lo que poseo. Intento abrazarlo, intento cogerlo, mas no puedo. Echo un vistazo a mi alrededor y, perdida entre la bruma del incienso, observo una ridícula pelusa en medio de este infierno. El más adecuado de los símbolos. Seré, y sé que lo soy, subjetiva, pero, siendo realistas, ¿de qué le sirven los recuerdos a una joven materialista? Ya ni se envían cartas, ni se revelan fotografías. Ya no se aprecia nada. Y es por eso que poseo esta “sustancia” en abundancia. Le sonrío a la vida, ¿conservas tú algo suyo, amiga? Juro y prometo que he rebuscado en cada caja y cajón, en los bolsillos del pantalón, en la papelera, en el trastero, en mis bolsos… ¿Qué hallé? Una cuestión, ubi sunt? He dejado caer mis párpados lentamente, he escuchado los secretos de los pájaros, he suspirado lentamente y he intentado hallar respuestas compenetrándome con mi atman. Conclusión: soy tan jodidamente relativista… Una respuesta hipotética sólo ha...

Creyó tener razón.

“Ten cuidado” susurró suavemente. Pues son los susurros la manera más bonita de comunicarse. Que esto quede entre tú y yo. Hoy me siento, tú te sientes, él/ella probablemente se siente, nosotros nos sentimos, vosotros deberíais sentiros, ellos probablemente se sienten culpables. Me propongo proponerme desafíos sin inseguridades. Comprar esa aspiradora de la que él tanto habla, me ha dicho que aspira todos y cada uno de los átomos que empañan el espejito de la auto-confianza. Mas estoy en bancarrota. Gasté mis ahorros en prostitutas palabras. Ofrecí fútiles sacrificios a los dioses de la inspiración. Siendo poco más que gota, vi un mar en que metafóricamente me ahogué. Soy una maricona. Y eso no es aspirable.

Equilibradamente bipolar.

Sus enormes pupilas verdes sólo tienen cabida para aquella lata llena de deliciosas y crujientes galletas. Sólo unos pasitos más, estirar el bracito y cogerla. Jo, es que son tan increíblemente irresistibles. Polly quiere una galleta. Baja a la cocina. Se sirve una. Polly quería una galleta. “Soy libre” le susurra compasiva a su minina Amy. Le entra sed, sirve un vaso de agua para Amy y llena un recipiente para ella misma. Sube a su cuarto. Busca, rebusca y encuentra. Enciende las velas por las que tanto se desvivía minutos atrás. Ipso facto las apaga. La pirómana con más miedo al fuego numás habida. Vuelve a bajar a la cocina. Amy llega antes, es una gatita muy rápida. O Polly le ha permitido ganar la carrera. “¿Qué comemos?” pregunta indecisa a Amy. Saca una latita de atún de la nevera. La reparte, pero la mitad que le pertenece a ella la deja en el recipiente. Come directamente de ahí. Es tonta, y esto le cuesta un rasguño en el labio inferior. ¡Pobre Polly! Amarra a Amy y la sac...