Sometimes it seems that it's over.

Prácticamente nada. Eso es lo que tengo. Casi, casi nada. Es eso lo que poseo. Intento abrazarlo, intento cogerlo, mas no puedo. Echo un vistazo a mi alrededor y, perdida entre la bruma del incienso, observo una ridícula pelusa en medio de este infierno. El más adecuado de los símbolos. Seré, y sé que lo soy, subjetiva, pero, siendo realistas, ¿de qué le sirven los recuerdos a una joven materialista? Ya ni se envían cartas, ni se revelan fotografías. Ya no se aprecia nada. Y es por eso que poseo esta “sustancia” en abundancia. Le sonrío a la vida, ¿conservas tú algo suyo, amiga? Juro y prometo que he rebuscado en cada caja y cajón, en los bolsillos del pantalón, en la papelera, en el trastero, en mis bolsos… ¿Qué hallé? Una cuestión, ubi sunt? He dejado caer mis párpados lentamente, he escuchado los secretos de los pájaros, he suspirado lentamente y he intentado hallar respuestas compenetrándome con mi atman. Conclusión: soy tan jodidamente relativista… Una respuesta hipotética sólo ha conseguido conducirme a otra pregunta. ¿Dónde están? ¿Están? ¿Por qué están? O, mejor dicho, ¿por qué no están? ¿Deberían estar? Blablablá…
Quizás sería más fácil soltar ya la manita del buscar y cogérsela a otro. Quizás podría arriesgarlo todo, volverme arqueóloga y vivir mi vida agarrada al excavar. Quizás, puede ser, son sólo jodidas hipótesis. Otra vez.

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