Entradas

Mostrando entradas de enero, 2010

Optimismo. (1)

Tendida sobre el verde césped, oigo pájaros cantar. El viento revoluciona mis rizos. Intento abrir los ojos, pero, por enésima vez consecutiva, el sol me vuelve a ganar. Es verdad que se puede vivir de ilusiones. No consigo abrir los ojos, pero consigo imaginar las maravillosas figuras que las nubes han dibujado para mí. En mi cabeza veo los vivos colores de los pájaros. Siento la vida de la hierba y de las flores. Me pongo en pie y mi vestido de volantes baila al son del aire húmedo. Mis pies descalzos notan el firme suelo y sé que puedo echar a correr y no tengo por qué caer. Sin embargo, empiezo a caminar, sin un destino final, sin ninguna idea en mente. Tan sólo el propósito de encontrarme y conseguir colmarme. Sé que no lloverá y no necesito sustento para vivir. ¿Qué puede necesitar una persona llena? ¿Quizás un agujerito? Mas, yo no estoy llena, simplemente sé ver las cosas de una manera en que me hagan sonreír y ansiar razones por las que sonreír. Mañana seguiré andando...

Ilusión.

¿Ponerme triste porque no haré mi sueño realidad o ponerme contenta porque tuve la capacidad de soñar? Al fin y al cabo en eso consiste la ilusión, en esperanzas, deseos que ansiamos, pero que, al menos aún, no son realidad. Fe en que algún día, en algún momento, conseguiremos dar ese pequeño pasito que nos lleva por el camino hacia la felicidad. Podré llorar porque sé que no daré el susodicho paso, mas ¿quién me ha convencido, sino yo misma, de que eso no pasará? Me llamarán negativa. Pero según mi forma de ver la vida, soy exactamente lo opuesto pues, prefiero llorar hoy abriéndole las puertas a nuevos sueños y no mañana, después de tanto haber luchado y aún así sintiéndome fracasada, habiendo perdido todo rastro de esperanza. La ilusión, ¿necesaria para vivir? ¿Qué tipo de ilusiones puede tener alguien que lo tiene (casi) todo? ¿Qué tipo de ilusiones puede tener alguien que ha perdido la fe? La ilusión de la muerte quizá (y con esto me llamarán sádica o algo parecido, todos aquell...

Hablando con la pared.

—Perdone señorita, ¿sabría usted decirme qué se siente cuando no se siente nada? —Oh,  — se gira y ve a la hermosísima muchacha mirándola curiosamente —  lo siento, joven, pero no entiendo muy bien el argumento de la susodicha cuestión. — Pues es tan simple como preguntarse qué sentiría usted si dejase de sentir algo, algo que jamás, dentro de lo normal, debería dejar de sentir, por alguien, alguien por quien nunca, dentro de lo normal, debería dejar de sentir. — Siento muchísimo no poder ayudarla joven. — Y yo siento muchísimo que nadie pueda ayudarme. ¿Qué se le va a hacer? Un placer hablar con usted.

13#

¡Cómo envidio a los pájaros! Aunque pierdan a sus compañeros. Aunque el sol no brille en el cielo. Aunque éste permanezca encapotado. Aunque sepan que están a punto de ser capturados. Ellos siguen cantando, continúan entonando su glorioso canto. Pero, ¿qué pasa con todos aquellos que si caen no tienen la fuerza necesaria para ponerse en pie? ¿Qué hay de ellos, que viven agonizando? Encontrar una forma para definir su estilo de vida… ¿Vivir muriendo? ¿Cómo se puede sonreír o llorar sin alma? Estando sin estar. Mirando sin mirar. Sintiendo sin sentir. Joder, en conclusión, ¿cómo puede haber tantas aves perdidas en esta vida, que viven sin vivir? Triste, muy triste. No tener quien te enseñe a volar. No querer aprender a volar. No tener fuerza suficiente para aprender a volar. No tener alas. Pero, ¿acaso hay algún culpable de que haya quienes no tienen alas? Y si lo hay, ¿quién es? ¿Por qué lo hace?

La pobreza.

Tomó quizás a los más débiles y los obligó a vivir bajo su mano. “Ni se os ocurra levantar la cabeza, aunque tampoco es que tengáis la fuerza necesaria para hacerlo”. Todo lo que pudieran tener se los arrebató, desde la más mínima de las posesiones materiales hasta el más pequeño sentimiento. Ni la esperanza, ni el amor; a todos los obligó a decir adiós a aquello que podía poner una sonrisa en un rostro ya sin vida, un rostro que sigue en el cuerpo que sigue, solamente, gracias al aire que respira. Ella, la pobreza, ¡qué increíble, cómo los domina! Me refiero a ella y no sólo hablo de la falta de dinero. ¿Qué es de aquel pobre en imaginación? Vivir siempre en este mundo, recluido, quizás con miedo a soñar, a alejarse demasiado de todo lo definido como verdadero. ¿Qué hay de él, pobre en ilusión? Sentirse tan superior, tan lleno, tan harto, tan repleto, que es un completo insulso. Tiene demasiado, tiene tanto que nada llena ese vacío. ¿Y qué pasa con ellos, pobres en fe? Ni eso ...