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Aprende, desprende.

Menos mal que no hay que pagar por cada hora de tristeza. Qué alivio saber que cada lagrimita derramada no implica una deshidratación terminal. Y qué bueno es saber que tantas matemáticas sirvieron de algo y que cuanto más siento más escribo y que cuanto menos sonrío menos tengo ganas de empezar a sonreír. Aprendí que las segundas oportunidades sólo existen como pretexto para pedir y conceder las terceras, que sí, adivinaste bien, cumplen la misma función para con las cuartas. Me cansé de quitarte de mi piel, como si eso fuese un buen comienzo al ritual de quitarte de mi cabeza, como si las cicatrices se borraran con esponja o los recuerdos se lavaran con nuevas ideas. Me mintieron con historias de clavos quitando clavos cuando lo único cierto es que me lo (¿la?) han metido tan profundo que perdí la cuenta, la mesura y hasta la cordura de la profundidad de mis agujeros. Y sintiéndome tan enorme y saturada quise pasar página de un libro sin hojas que chorreaba ...

Sígueme.

Ahora escribo en Las hemorragias del verbo . No voy a darte una larga lista de motivos por l os que deberías leerme, sé que lo haras cuando quieras. Deseando volver a sentir tus ojos sobre mis letras y con todo mi amor, que nunca es poco. Agus

Epístolas a mí.

Llevo las bragas empapadas de vergüenza e insatisfacción. Para colmo descubrí recientemente que las mariposas que han estado okupando mi estómago estas últimas dos semanas pertenecen a una especie ponzoñosa. Y se me cae la cara de dolor. Dolor por portar esta enorme etiqueta que, pecando, reza "PUTA". ¿Quién me mandó a mí a meterme en semejane berenjenal sin haber siquiera considerado cursar Agronomía? —·— ¿No tienes a veces la sensación de que todo el mundo está en PLAY (algunos incluso en FWD) y tú llevas una inmensurable cantidad de tiempo en PAUSE? ¿No percibes tú también el miedo que produce la caída libre sin paracaídas ni frenos en este pozo vacío e inmenso que es la vida mientras todos los demás parecen haber encontrado un algo al que sujetarse? Diecinueve años y medio, bastantes experiencias sentidas y demasiados sentimientos experimentados. Ahora todo es estático y no sé (nunca sé) hacia dónde o cómo mover. ¡Qué caro es VIVIR con mayúsculas!

Epístola fallida a A.

Cansadas de los estereotipos y armando al mundo de valor, hay quienes dicen que los verdaderos héroes son los que se levantan tras fracasar y siguen adelante. Esta noche la heroína soy yo, arrastrando detrás de mí el dolor de la derrota y el placer por sentir su mano al ponerme en pie. No hay características definitorias de los personajes. ¿Cuándo os vais a dar cuenta de que, más allá de vuestra ideología, ésta es la más anárquica novela? Soy una heroína dual, vencida y vencedora. El reloj está a punto de dar la medianoche y aunque estoy insatisfecha y tengo un dolor de cabeza taladrándome la inspiración, esta noche gano y pierdo yo. Cueste lo que cueste. Apuesto todo al 69 y al 13. ¿Por qué no nos fugamos? Serás mi ganancia y mi perdición. Digámosle al mundo sin palabras que le den, juntemos nuestros bártulos y larguémonos. Lo dejaré todo por ti, pues en ti hallo un espíritu mío hace ya tiempo perdido. Deja lo poco que tienes por mí y te aseguro que encontrarás una aliada dispuesta...

Con "J" de gato noctámbulo.

"Nunca recibimos lo que esperamos cuando compartimos lo que nos enamora." Él era un genio hijo de puta, más enamorado de la sensación de enamorarse que de sus enamoradas. Vivía en un enjambre de palabras en castellano que los españoles ya no usan. Soñaba con alimentarse de amor en formato de ambrosía femenina. Con un miembro dentro, otro sujetando el papel y un tercero desplazando cualquiera fuese su herramienta para dibujar círculos y rayas (con algún punto sobre alguna i ) que creaban cadenas de letras esclavas de unos sentimientos que ni quienes los invocaban podían reconocer.

Amainar.

Soy bonita tras llorar lágrimas de desamor. Mis cejas parecen más negras, las pestañas se me amplían, los ojos se me aclaran alejándose de la Coca-Cola y acercándose al café, se me sonroja el filtro y mis labios se tornan casi fucsias.

"Desmayarse, atreverse, estar furioso [...]"

Si no me falla la memoria,  l a primera vez que me desmayé tenía 11 años. Eran las 7 largas de la mañana y aún no había desayunado. Mi madre me estaba cepillando el pelo desde detrás y sucumbí. Debió ser una sensación interesante el estar repasando los mechones y, al llegar a las puntas, pensar por una milésima de segundo que has tirado muy fuerte y por ello tu hija se ha inclinado más de la cuenta. Pero no me estaba inclinando, me estaba cayendo. Inmediatamente me tumbó en la cama y cuando fue a la cocina a buscarme algo muy azucarado que me subiese la bipolar tensión encontró a mi padre en el suelo teniendo una hipoglucemia y a mi hermano, que contaba en ese momento con 8 años, llorando desconsolado. La segunda vez fue también en casa. La historia se repite y mi madre estaba depilándome cuando los píxeles nublaron mi visión y, antes de caer, me senté en un banquito con la cabeza entre las piernas para que me subiese un poco de sangre en la cabeza. Mi padre me preparó unas mini-...

No es plata todo lo que reluce.

En casa de herrero, efectivamente, se toma la sopa con cuchara de palo y se cortan los filetes de vacuno con cuchillo del mismo material arbóreo. Mas la casa de su hijo brilla metálicamente. Erráticamente se trasladan ciertas manías, tradiciones y síndromes.