Sueño de una noche de lunes.
Cuando desperté lo hice con el corazón dando tumbos, la mente sumida en la más profunda oscuridad y el alma huida. Los ojos llenos de lágrimas. Miré, analicé y remiré mi cuerpo y mi ropa en busca de señales que probasen que no fue solo un sueño. Algún departamento yanqui tipo CSI o FBI muy probablemente habría detectado sus huellas dactilares en mi pijama, algún cabello suyo, lo más nimio.
Nena, te quiero.
El coche dio mil vueltas con mi superiora al volante. Veo un descampado en que hubo una fiesta, pero ahora Doña Depresión impera en el sitio. Ella llora, parece que nunca llegaré a ella. Pero llego. Y la abrazo, y me abraza. Y ella llora, y yo lloro también. Ella es mi mundo. Tras salvarlo, coronarla es lo mínimo.
Pero repentinamente estamos en el hospital y ella se desvanece. Y ahí hay un hombre que dice "ay", pero no por lo que debería hacerlo, sino porque estamos sentados en un baño (oficiando de sala de espera) frío, feo e incómodo. Hete aquí un símil del estado en que la que estas líneas escribe se encontraba.
Y me preocupo y me auto-destruyo y me muero y se disipa todo lo adyacente a mí. Ya nada parece tener sentido porque ella no volverá a estar aquí. Y yo realmente me muero. Porque se ha ido y ahora estoy sola y tengo sueño y estoy cansada y no hay ni habrá sucesor y aún me faltan diez años y me gustan las oraciones copulativas, pero ya he agotado este recurso por mí bien amado.
Y muerta erro por este mundo físico, soportando cada día cumulus nimbus que me invitan a otra realidad. Mas en ningún barco que allí me lleve puedo embarcar. Sólo sé que a ella la quiero amar.
Nena, te quiero.
El coche dio mil vueltas con mi superiora al volante. Veo un descampado en que hubo una fiesta, pero ahora Doña Depresión impera en el sitio. Ella llora, parece que nunca llegaré a ella. Pero llego. Y la abrazo, y me abraza. Y ella llora, y yo lloro también. Ella es mi mundo. Tras salvarlo, coronarla es lo mínimo.
Pero repentinamente estamos en el hospital y ella se desvanece. Y ahí hay un hombre que dice "ay", pero no por lo que debería hacerlo, sino porque estamos sentados en un baño (oficiando de sala de espera) frío, feo e incómodo. Hete aquí un símil del estado en que la que estas líneas escribe se encontraba.
Y me preocupo y me auto-destruyo y me muero y se disipa todo lo adyacente a mí. Ya nada parece tener sentido porque ella no volverá a estar aquí. Y yo realmente me muero. Porque se ha ido y ahora estoy sola y tengo sueño y estoy cansada y no hay ni habrá sucesor y aún me faltan diez años y me gustan las oraciones copulativas, pero ya he agotado este recurso por mí bien amado.
Y muerta erro por este mundo físico, soportando cada día cumulus nimbus que me invitan a otra realidad. Mas en ningún barco que allí me lleve puedo embarcar. Sólo sé que a ella la quiero amar.
Comentarios