Regalo matutino de la madre naturaleza.

La más bella obra teatral. El mejor diseñado escenario. El mejor caracterizado personaje.
Un cielo azul grisáceo, oscura tonalidad añil. Bajando se define el celeste claro. Y una extensa gama de amarillos, naranjas y rojos marca la línea del horizonte. Llego al mar sereno, oscuro, imperativo.
La luna raquítica destaca sobremanera. Su pálido rostro se ruboriza mini-temporalmente. Es su momento culmen.
El espectáculo llega a su fin, mas yo, única espectadora, no dejo de aplaudir y emocionarme y sorprenderme.
¿Quién querría despedirse ante este panorama?

20·02·2012


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