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Mostrando entradas de marzo, 2011

NMM, NMT, NRMA

Llueve. Llueve en mi cara. Llueve en la calle. Llueve en Japón. Llueve en algunas casas. Pero, irremediablemente, llueve. Y nada ni nadie puede ser paraguas. Esa decepción que me corroe no sanará. Lo material muere. Es no-posible parar a la madre Naturaleza. Y a ellas, ¿quién las arreglará? Sigo detestando a los cretinos que obligan a las nubes a llorar. Puedo ponerme un abrigo, un chaquetón de esos gorditos, sonreír y decir que nada va mal. Pero no por eso va a parar de llorar. Ni voy a parar de llover. [I told you that I was trouble!] No, ¿¡quién lo podría evitar!? Hermano Epicuro, acude a mi cuerpo y hazme entrar en razón. Me debo a mí. Y a mis obras de febrero o por ahí. "No conozco o, mejor dicho, no quiero conocer más amor que el propio". Si ni nos miramos, ni nos hablamos ni respiramos el aire de la otra, ¡mejor! Mamá insiste en repetírmelo desde que tengo uso de razón y soy consciente de él: hay que juntarse con las personas que te suman, no con las que te restan. ...

Mujer contra mujer.

Gotitas de la lluvia de ayer permanecen sujetas a mi persiana, al igual que yo pendo de una canción, situación, frase o palabra. Objetivo: no olvidarme de tu cara. Y aquí me hallo, junto a Tomi Crucero, rodando "Misión No-Posible X". It's all over now, baby green. O al menos es eso lo que parece. O no todo es lo que parece. Tantas veces tuve menester el adquirir un mapa, pues me perdí en tu mirada, y tantas otras me paro un mínimo segundo y me encuentro buscando. Buscando encuentro. ¿Sabéis alguno de vosotros, resignados mortales, lo que es escuchar 36, 38 ó 39 veces "iInfinity" cuando lo único que deseas es escuchar tu canción favorita cedida por tu persona favorita? Raíces de este diminuto planeda en un infinito mundo. La vida es sueño. El florecer es sueño. Yo quiero ser un esplendoroso y deleitoso jazmín. ¿Es eso lo que nos queda? ¿Ser pequeños animalitos parlanchines? Hemos vivido generaciones, nos hemos dicho de todo, te doné parte de mi esencia y t...

I totally miss you!

Sentada en el servicio, mi habitación favorita (a causa de una inmensa retahíla de causas que no tengo tiempo de enunciar), oí a un pajarito canturrear alto y claro "ANARQUÍA". Me sentí irrevocablemente identificada dado que mi cabeza lleva días y días desordenada. Y los únicos lapsos que me salvan de esta catástrofe son aquellos en que cojo mi bella bici roja (a la que aún no he bautizado, quizá no existe nombre lo suficiente bueno para ella) y, bajando pronunciadas cuestas, puedo VOLAR. Los eternamente efímeros segundos que dura esa sensación creo en utopías como la felicidad o el amor. Mas, tras la calma siempre llega la tormenta, es decir, tras bajar una cuesta siempre habrá que subirla. En medio de ese sufrimiento, el dolor se incrementa y mi mente masoquista evoca unos y otros recuerdos que provocan mi desesperación. Ansío llegar ya a un llano. Pero parece que en vez de acercarme yo a él, se aleja él de mí. Me blanqueo. Tanto física como psíquicamente. Y de repente es...