A su manera no, a la mía.
Increíblemente segura de sí. No hicieron falta palabras. Aunque hubo quién, infructuosamente, las usó. ¡Vaya gasto innecesario de saliva, no se enteran de que me da igual! Gritaba ella vivazmente. A los cuatro vientos no, a los cuatro tipos de calores. El del África y sus acompañantes, cuyos nombre ignoro. ¡Hacía tanto calor!
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