Un par de profundas pláticas. (PPP)
—Nunca me funciona el Green Farm.
—Nunca digas nunca.
—Jamás me funciona el Green Farm.
—No hay democracia.
—¿Rousseau?
—Ajá.
—¿Rusa?
—No, rusa no. Russoniana.
—Me he perdido.
—Vaya. ¿Consideras pues rendirte?
—No.
—Vale.
—Gracias por nada.
—Creí que lo de “por nada” lo debía decir yo.
—Ajá —gruño.
—Por nada.
La beso.
—Qué beso tan —se lo piensa un ratito. No quiere herirme—... ¡Inusitado!
—What?
—Sí, un tanto desesperado. No sé...
—¡Qué vergüenza!
Entonces me despierto, ruborizada.
—Ya era hora de tomar sopa.
—¡Qué dices!
—Claro. Estamos ya en verano.
—¿Hola?
—Acojámonos al significado latino, nena.
—Acojámonos al significado latino, nena.
—Pero... ¿Sopa?
—Sin dudarlo.
—Sin dudarlo.
En el supermercado.
—Hola.
—Pedazo de zorra. Hija puchi. Te amodio.
—Jajaja. Siempre yo presente.
—Vete. Márchate. Huye de mí.
—¿Antónimos? Te noto... Inspirada.
—Siempre haciéndome llorar.
—De felicidad —me interrumpe.
—¡No! Con tus idas y venidas. Siempre igual.
—Tanto siempre, tanto jamás. Creí que eso era ilegal.
—En tu mundo.
—En NUESTRO mundo, princesita republicana.
—Joder —la abrazo— ya era hora de que volvieses.
—¿Es posible que una persona, yo, pueda sustentarse únicamente de un abrazo, teniendo en cuando que fue el abrazo más bello del mundo, que le dio en un sueño, un sueño tan complejo que Churchill lo describiría perfectamente, a una persona, a la que solamente ha visto una vez en su vida y durante efímeros minutos? Sí, se puede. “Que toda la vida es sueño. Y los sueños sueños son”.
Comentarios